Pertenecen a la misma familia que los tulipanes, pero su morfología es muy distinta. Existen 100 especies aproximadamente, de las cuales destaca la azucena o lirio común o Lilium candidum.
Hay otras plantas que también se llaman lirios, como el lirio de día, lirio de mar, lirio rojo… pero no pertenecen a la familia de las liliáceas, reciben esos nombres comunes por su semejanza a los lirios.
Dentro de las especies de lirios cabe reseñar que el Lilium candidum o azucena, de color blanco y origen asiático, es cultivado en España con propósitos ornamentales. Así como el Lilium longiflorum o azucena blanca, originario de Japón y extensamente cultivado para flor cortada. El Lilium martagon o lirio llorón es originario de Europa, puede encontrarse silvestre en los Pirineos o Sierra de Gredos. Además de estos ejemplos, existen numerosos híbridos que han aumentado la gama de colores de estas flores.
Cultivo y cuidados
Se reproducen por semillas y bulbos. En el caso de usar semillas, hay que considerar que su crecimiento va a ser muy lento, es por ello que se comercializan más los bulbos. A la hora de comprar los bulbos hay que comprobar que no tengan moho, esto significa que han sido guardados en un sitio fresco. Seguiremos esta misma indicación cuando los retiremos nosotros del jardín con el objetivo de preservarlos para la siguiente temporada. Conviene plantar los bulbos en primavera u otoño, dependiendo de la variedad de lirio que tengamos. Los retiraremos una vez que la planta está seca, habitualmente en verano.
El riego ha de ser frecuente, manteniendo siempre la tierra húmeda. Esto es más fácil de conseguir si colocamos la planta en una zona donde reciba sol pero no excesivo. Es perjudicial para las flores colocar los lirios en una zona de vientos fuertes.
Puede extraerse aceite de los lirios, el cual se utiliza para el cuidado de la piel. Por otra parte, esta flor es conocida porque el icono de la flor de lis representa un lirio. Este símbolo es ampliamente utilizado y se asocia con la heráldica en general.